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El aumento de casos de legionelosis desafía los esfuerzos en prevención

- Divulgación, Investigación

Con motivo del Día Mundial del Agua (22 de marzo), ponemos el foco en Legionella, una bacteria presente en entornos acuáticos que puede causar legionelosis, una enfermedad respiratoria grave. A pesar de los avances en su detección y prevención, los casos siguen en aumento, lo que pone de manifiesto la necesidad de reforzar las medidas de control en las instalaciones de riesgo.

La bacteria Legionella fue descrita por primera vez en 1976 en Philadelphia, EEUU, cuando se detectaron más de 200 casos de neumonía entre los asistentes a una convención de la Legión americana (motivo por el que se denominó a esta nueva bacteria Legionella y a su enfermedad legionelosis). En aquel entonces, se descubrió que el contagio se produjo a través del agua de las instalaciones del hotel en el que se realizó dicha convención.

A raíz de este descubrimiento, la comunidad científica ha llevado a cabo numerosos estudios sobre esta bacteria, al tratarse de una especie nueva. A día de hoy, se sabe que la infección sólo se adquiere si se está expuesto a un foco de agua contaminado con la bacteria, a través de la inhalación de aerosoles que contienen Legionella. Esta infección cursa como una neumonía y normalmente se produce en personas de riesgo (enfermedades de base, inmunodeprimidos o personas de edad avanzada). Cabe destacar que la trasmisión de la infección entre personas no se ha descrito.

Esta bacteria se encuentra de forma natural en ambientes húmedos como ríos, lagos y tierras húmedas, pero en estos entornos no suele presentar un riesgo debido a su baja concentración. El riesgo para el humano lo encontramos en las instalaciones artificiales de agua como los sistemas de agua sanitaria, torres de refrigeración, humidificadores, fuentes ornamentales o máquinas de riego, entre otros. Legionella entra en estas instalaciones a través del agua de abastecimiento y la bacteria puede alcanzar concentraciones elevadas debido a que en estas instalaciones se dan las condiciones óptimas para el crecimiento de este microorganismo (temperaturas entorno a las 35°C). La trasmisión al ser humano se produce a través de elementos como las duchas, grifos o aspersores que generan aerosoles.

En los primeros años después del descubrimiento de Legionella, se invirtieron muchos recursos en aplicar técnicas para la caracterización de esta bacteria, para poder estudiar los focos ambientales y poder confirmar la relación entre la bacteria aislada en el paciente y la del ambiente. Durante las dos últimas décadas, los recursos en torno a esta bacteria se han centrado en su control y prevención en las instalaciones de riesgo (posibles focos de contagio), por lo que se han publicado varios Reales Decretos. El último en hacerse público fue en julio de 2024. Este Real Decreto fija todas las acciones que deben llevar a cabo los diferentes tipos de instalaciones hídricas para evitar la propagación de la bacteria al ser humano.

A pesar de todos los esfuerzos que se están realizando en nuestro país, la incidencia no hace más que aumentar. En el período 2013-2023, la incidencia de casos por 100.000 habitantes ha pasado de una tasa de 1,8 a de 4,6. Este aumento no solo se ha detectado a nivel nacional, sino que también se ha reportado a nivel europeo y otros países como Estados Unidos. Respecto a la mortalidad, también ha aumentado en los últimos años, pero exclusivamente en la franja de población mayor de 65 años.

Este aumento de la incidencia de la legionelosis puede deberse a varios factores. Actualmente, disponemos de mejores herramientas diagnósticas y más recursos para disponer de ellas, por lo que la detección de los casos es más eficiente. Además, se ha detectado un aumento de positivos por Legionella en los análisis de las aguas de las instalaciones de riesgo, por lo que hay más focos ambientales colonizados, aumentando la proporción de población expuesta. Por último, en los últimos años, ha aumentado la proporción de personas vulnerables en la población, hay más personas inmunodeprimidas y mayor número de habitantes en la franja de edad de riesgo. 

La única manera que tenemos de frenar esta tendencia al alza de la incidencia es mejorar el estado de las instalaciones para reducir el riesgo para la población. Este objetivo se conseguirá encontrando un biocida eficaz que elimine la bacteria presente en el agua y concienciando a los responsables de las instalaciones a realizar las analíticas pertinentes, además de las desinfecciones y acciones necesarias.  

Este artículo ha sido elaborado por Noemí Párraga, líder del Grupo de Estudio de la Legionelosis (GELeg) del Grupo de Estudio Clínico y Ambiental de las Enfermedades Infecciosas (CEID) en el IGTP.