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Un trabajo detective molecular identifica un nuevo ARN largo y no codificador implicado en algunos cánceres de colon

- Investigación

El grupo de investigación de Genética y Epigenética del Cáncer, liderado por Manuel Perucho, ha publicado un artículo en la prestigiosa revista Nucleic Acids Research en el que describe un nuevo ARN sospechoso de tener un papel en algunos tipos de cánceres.  Gabriela Dumbović ha desarrollado la mayor parte de los experimentos que se describen en el artículo.

El año 2000 se secuenciaba por primera vez el genoma humano y la euforia inicial pronto se rebajó cuando los investigadores descubrieron que, a pesar de poder ver el código, no lo podían interpretar y, menos aún, sacar predicciones sobre los resultados. Ahora sabemos que, además del código, la estructura 3D que construye el ADN y las proteínas que se unen a ella determinan si los genes se activan o se desactivan, hecho que complica todavía más la historia. Después de casi 20 años apenas empiezan a ver la luz los primeros tratamientos que sean resultado directo del Proyecto Genoma Humano, ¿por qué está costando tanto? Este artículo técnico, que describe un nuevo ARN largo y no codificante en muestras de algunos pacientes con cáncer colorrectal, detalla una larga lista de distintos experimentos.

Sònia Forcales, que ha liderado la investigación, explica que "una de las cuestiones es que el 98% del genoma humano se clasificó como ADN basura, sin utilidad". Añade que "no se ha estudiado tanto como las partes continentes de genes conocidos y es difícil de estudiar; por ejemplo en el caso de nuestro ARN no codificador, el ADN que lo codifica (NBL2) se repite muchas veces en diferentes cromosomas, lo cual dificulta ubicarlo en una posición o función concreta. Asimismo, sabemos que este ARN se encuentra en muestras de un grupo concreto de pacientes de cáncer colorrectal, de manera destacada en los más jóvenes. Para encontrar una forma de utilizarlo para mejorar el diagnóstico y el tratamiento necesitamos describir este ARN y situar exactamente donde se encuentra, una tarea de detectives a nivel molecular".

Las regiones NBL2 del ADN normalmente son metiladas; grupos moleculares se adhieren a ellas manteniendo la región silenciada en células sanas. En algunas células colorrectales de cáncer, estos grupos de metil se pierden y el ADN da instrucciones a la célula de empezar a generar ARN, el que el grupo ha nombrado TNBL (Tumor-associated NBL2 transcript). Han definido exactamente en qué punto del genoma esto tiene lugar y el mecanismo estructural a partir del cual pasa. "Podemos decir que ahora tenemos el nombre y la dirección de esta molécula de ARN", explica Forcales, "ahora la podemos buscar, descubrir qué hace y como pararlo, si es necesario".

El Dr. Perucho, líder del grupo, añade que "haber descrito TBNL es ciencia refinada, un ARN largo y no codificador que sospechamos que tiene un rol en el cáncer. Ir descubriendo todo lo que está pasando en lo que en su momento creímos que era ADN basura es una tarea muy meticulosa. De esto se trata la investigación básica en cáncer, identificar dianas para después utilizarlas para el diagnóstico y las terapias".

Pueden pasar 20 años hasta que no veamos estos primeros descubrimientos convertidos en terapias totalmente autorizadas contra el cáncer, y esto puede parecer mucho tiempo. "Lo debemos ver en contexto", explica Perucho, "estamos invirtiendo en investigación desde hace más de 40 años y ahora estamos incorporando nuevas terapias cada día. Como potenciales pacientes estamos viviendo en una época en qué más y más cánceres se detectan antes y se curan, y esto irá en aumento. Yo diría que son motivos para el optimismo".